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CAPÍTULU 1

«ʼRiychis y discípulus ruáysh»

«ʼRiychis y discípulus ruáysh»

Suj estudiu libru Hechos Apostolesmanta y imát yachachiáysh nockayshta

1-6. Niy suj esperienciaan imaina Jehóvap Testigusnin predicancu suj laya situaciunespi.

 REBECCA es una Testigo de Ghana que veía la escuela como su territorio de predicación. Por eso siempre llevaba publicaciones bíblicas en la mochila y aprovechaba los recreos para hablar de la Biblia. De hecho, comenzó cursos bíblicos con varias de sus compañeras.

2 En la isla de Madagascar, al este del continente africano, un matrimonio de precursores dirigía varios cursos bíblicos en un pueblo apartado. Para llegar, tenían que caminar 25 kilómetros (15 millas) soportando el calor tropical.

3 A lo largo de los ríos Paraguay y Paraná, hay regiones a las que era difícil llevar las buenas noticias del Reino. Así que varios Testigos paraguayos y de otras 15 nacionalidades tuvieron que construir un barco de unas 45 toneladas que puede alojar hasta 12 personas. Esto hacía posible que un grupito de publicadores con mucha iniciativa les predicaran a quienes vivían en esas regiones.

4 En el círculo polar ártico, los Testigos de Alaska aprovechaban bien la temporada turística de verano. Con los días más cálidos, los cruceros llegaban cargados de gente de muchos países. Así que los hermanos iban al muelle y colocaban exhibidores muy atrayentes llenos de publicaciones en muchos idiomas. Además, para poder predicar en las zonas más aisladas —donde viven las etnias aleutiana, atabascana, chimesiana y tlingit—, los publicadores tenían que llegar en avioneta.

5 Larry, un hermano de Texas (Estados Unidos), atendía un territorio muy especial: la residencia de ancianos donde vivía. Aunque un accidente lo había dejado en silla de ruedas, se mantenía muy activo. Les hablaba a los demás del mensaje del Reino y de que estaba convencido de que en el nuevo mundo volvería a caminar (Is. 35:5, 6).

6 Un grupo de Testigos de Myanmar (antes Birmania) viajó tres días en barco desde la ciudad de Mandalay para asistir a una asamblea en el norte del país. Como tenían muchas ganas de predicar, llevaron publicaciones bíblicas para ofrecérselas a los demás pasajeros. Y, cada vez que el barco hacía escala en alguna población, los hermanos salían y hacían un rápido recorrido para distribuir publicaciones. Mientras tanto, otros pasajeros subían, y así los hermanos tenían un “territorio nuevo” al regresar.

7. ¿Ima layamanta Jehóvap siervusnin predicancu reinunmanta y ímaj chay ʼruancu?

7 Estos son tan solo unos ejemplos que demuestran que los siervos de Jehová de todo el mundo están esforzándose por dar “un testimonio completo sobre el Reino de Dios” (Hech. 28:23). Predican de casa en casa, en las calles, por carta y por teléfono. Y aprovechan cualquier oportunidad de hablarles a las personas cuando viajan en autobús, caminan por el parque o hacen una pausa en el trabajo. En fin, emplean métodos muy diversos, pero siempre con el mismo objetivo: anunciar las buenas noticias donde sea que haya gente (Mat. 10:11).

8, 9. a) ¿Ímaj suj milagru ancha atun can predicacusckan túcuy mundupi? b) ¿Ima tapuna ʼruacunáysh tían y imát ʼruanáysh tían respuestát apináyshpaj?

8 ¿Y qué hay de usted? ¿Es uno de los millones de evangelizadores que predican en más de 235 países y territorios? Si así es, está aportando su valioso granito de arena para que el mensaje del Reino llegue a todo el mundo. ¡Puede sentirse orgulloso! Lo que estamos consiguiendo los testigos de Jehová es todo un milagro. A pesar de todos los obstáculos y de que hasta algunos gobiernos nos persiguen y prohíben nuestra obra, estamos logrando que personas de todas las naciones reciban “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”.

9 Al pensar en todo esto, es lógico preguntarse: “¿Por qué nada ni nadie ha podido detener nuestra obra, ni siquiera el Diablo?”. Para responder a esta interesante pregunta, debemos remontarnos al siglo primero de nuestra era. Al fin y al cabo, los testigos de Jehová de la actualidad tan solo estamos continuando la labor que comenzó en aquel entonces.

Suj cachana ancha atun

10. ¿Ima llamcanapi dedicacora Jishu y imát yachara chaymanta?

10 Jesucristo, el fundador de la congregación cristiana, se dedicó por completo a predicar las buenas noticias. De hecho, su vida giró en torno a esta obra. Él mismo dijo: “Tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios a otras ciudades, porque para eso fui enviado” (Luc. 4:43). Pero Jesús sabía muy bien que él no acabaría la obra que estaba iniciando. Y es que poco antes de morir predijo que el mensaje se predicaría “en todas las naciones” (Mar. 13:10). Si él no iba a acabarla, ¿entonces quién lo haría, y cómo?

“Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones” (Mateo 28:19).

11. ¿Ima llamcana atun ckora Jishu discipulusninta y ima yanapát prometepucora?

11 Después de resucitar, Jesús se les apareció a sus discípulos y les encargó una gran comisión: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu santo. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado. Y, recuerden, estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mat. 28:19, 20). Al decir “estaré con ustedes”, les prometió que tendrían su apoyo al predicar el Reino y hacer discípulos. Y sin duda les haría falta, pues ya les había advertido: “Todas las naciones los odiarán” (Mat. 24:9). Además, justo antes de subir al cielo, también les prometió que contarían con una ayuda adicional: el espíritu santo les daría las fuerzas necesarias para ser sus testigos “hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8).

12. ¿Ima tapunas ancha valejcuna ʼricurincu y ima ancha válej can yachayta respuestasninta?

12 Ahora bien, ¿qué hicieron los apóstoles y los demás cristianos del siglo primero? ¿Tomaron en serio su comisión de dar un testimonio completo sobre el Reino de Dios? ¿Lograron cumplirla a pesar de ser pocos y de sufrir una violenta persecución? ¿De verdad contaron con la ayuda de Jehová y de su espíritu santo? Estas y otras preguntas importantes se contestan en el libro bíblico de Hechos. Y es muy necesario que sepamos las respuestas. ¿Por qué? Porque, como dijo Jesús, sus seguidores tendrían que predicar y hacer discípulos “hasta la conclusión del sistema”. Así que todos los cristianos verdaderos tendrían que cumplir con esta comisión, incluidos nosotros, que vivimos en el tiempo del fin. Por eso nos interesa tanto estudiar el libro de Hechos.

Estudiu libru Hechos Apostolesmanta

13, 14. a) ¿Pít escribera libru Hechosmanta y maymanta sorckora chá imastista escribinánpaj? b) ¿Imamanta ʼriman libru Hechosmanta?

13 ¿Quién escribió este libro? Aunque en sus páginas no aparece el nombre del escritor, las palabras de apertura dejan claro que lo redactó la misma persona que escribió el Evangelio de Lucas (Luc. 1:1-4; Hech. 1:1, 2). Por eso, desde hace siglos se acepta que lo escribió Lucas, “el médico amado”, que también fue un historiador meticuloso (Col. 4:14). El libro abarca unos 28 años: desde el 33 de nuestra era, cuando Jesús sube al cielo, hasta más o menos el año 61, cuando Pablo está bajo arresto domiciliario. Lucas estuvo presente en muchas de las situaciones que relata. Lo sabemos porque a menudo se incluye en el relato e incluso cambia de la palabra ellos a la palabra nosotros (Hech. 16:8-10; 20:5, 6; 27:1). Y, como era tan meticuloso, seguro que antes de escribir el libro recurrió a testigos presenciales, como Pablo, Bernabé, Felipe y otros.

14 ¿De qué habla Hechos? Cuando Lucas escribió su Evangelio, recogió las palabras y las obras de Jesús. Pero luego, cuando escribió Hechos, se centró en las de sus discípulos. Podemos decir que este libro gira en torno a personas que realizaron una obra extraordinaria a pesar de que el mundo las consideraba “comunes y con poca educación” (Hech. 4:13). En esencia, es un relato inspirado de la fundación y el crecimiento de la congregación cristiana. Muestra los métodos que usaban los cristianos del siglo primero al predicar y la actitud con que lo hacían (Hech. 4:31; 5:42). También destaca cómo los ayudó el espíritu santo a difundir las buenas noticias (Hech. 8:29, 39, 40; 13:1-3; 16:6; 18:24, 25). Además, destaca el tema principal de la Biblia: la santificación del nombre de Dios mediante su Reino, que está en manos de Cristo. Y, por último, nos habla del triunfo de la predicación frente a la oposición más feroz (Hech. 8:12; 19:8; 28:30, 31).

15. ¿Imamanta siruiáysh estudiayta libru Hechosmanta?

15 ¿No le parece apasionante la idea de analizar el libro de Hechos? Meditar en la historia de nuestros hermanos del siglo primero fortalecerá su confianza en Dios. Además, su ejemplo de fe, valor y entrega le emocionará y lo impulsará a imitarlos. De este modo estará mejor preparado para cumplir con la comisión que Jesús nos da: “Vayan y hagan discípulos”. Esta publicación precisamente le permitirá hacer un estudio cuidadoso del libro de Hechos. Veamos cómo.

Guía Bibliát estudiáypaj

16. ¿Ima quimsa yachachinas apin cá libru?

16 Esta publicación tiene tres objetivos: 1) confirmarnos que Jehová apoya con su espíritu la obra de predicar el Reino y hacer discípulos, 2) motivarnos a imitar el entusiasmo con el que predicaban los primeros cristianos y 3) aumentar nuestro respeto por la organización de Jehová y por los hermanos que dirigen la obra y supervisan las congregaciones.

17, 18. ¿Imaina can cá libru y ima yanapas apin Bibliát estudiáypaj?

17 Hablemos ahora de cómo está organizada esta publicación. Está dividida en ocho secciones, y cada una abarca una parte de Hechos. No analiza el libro bíblico versículo por versículo, sino que extrae lecciones de los relatos y nos ayuda a buscar maneras de ponerlas en práctica en nuestra vida. Al comienzo de cada capítulo aparece una breve frase con la idea principal y luego la referencia bíblica del pasaje en que se basa la información.

18 Además, esta publicación ofrece otros recursos muy útiles para el estudio personal de Hechos. Contiene hermosas ilustraciones que nos ayudan a imaginarnos los emocionantes sucesos. Y en muchos capítulos incluye recuadros con información complementaria. Algunos ofrecen datos sobre siervos de Dios que son un ejemplo de fe, y otros dan detalles sobre lugares, sucesos, costumbres y otros personajes que aparecen en Hechos.

Abarquemos con sentido de urgencia el territorio que se nos asigne.

19. ¿Imaina ckaanacuyta atíysh sapa suj estudias cá libru?

19 Por otro lado, esta publicación le ayudará a hacerse un examen de conciencia. Y es que, sin importar que llevemos poco o mucho tiempo anunciando el Reino, conviene que nos detengamos de vez en cuando a analizar nuestras prioridades en la vida y nuestra actitud hacia la obra de predicar y hacer discípulos (2 Cor. 13:5). Podría preguntarse: “¿Sigo teniendo hoy el mismo sentido de urgencia que al principio?” (1 Cor. 7:29-31). “¿Sigo predicando con convicción y entusiasmo?” (1 Tes. 1:5, 6). “¿Participo todo lo que puedo en el ministerio?” (Col. 3:23).

20, 21. ¿Ímaj ancha utckalla canan tían cá llamcana y imát ʼruasúysh?

20 No olvidemos que la comisión que hemos recibido es importantísima. Esta labor es más urgente que nunca, pues el fin está cada vez más cerca y hay muchas vidas en juego. ¿Cuántas personas tendrán la actitud correcta y responderán al mensaje? (Hech. 13:48). No lo sabemos. Lo que sí tenemos claro es que nuestra responsabilidad es ayudarlas antes de que sea demasiado tarde (1 Tim. 4:16).

21 Como vemos, es fundamental que imitemos el ejemplo de los evangelizadores del siglo primero. Estudiar con atención esta publicación nos motivará a predicar con más entusiasmo y valentía, y hará que estemos más decididos que nunca a dar “un testimonio completo sobre el Reino de Dios” (Hech. 28:23).