La Biblia les cambió la vida
La Biblia les cambió la vida
¿CÓMO pudo una mujer de Filipinas dejar el alcohol y mejorar su vida de familia? ¿Qué llevó a un karateca australiano a convertirse en un pacífico ministro religioso? Lea lo que ambos tienen que decir.
“Uno no cambia de la noche a la mañana” (CARMEN ALEGRE)
AÑO DE NACIMIENTO: 1949
PAÍS: FILIPINAS
OTROS DATOS: ABUSABA DEL ALCOHOL
MI PASADO: Nací en San Fernando, un pueblo de la provincia de Camarines Sur. No obstante, he pasado la mayor parte de mi vida adulta en la ciudad de Antipolo (provincia de Rizal), ubicada en una región montañosa cubierta de árboles y verdes prados. Cuando me mudé, Antipolo era un pueblito tranquilo; apenas se veía gente caminando por las calles tras caer la noche. Pero ahora se ha convertido en una populosa ciudad.
Poco después de haber llegado a Antipolo, conocí a Benjamin, con quien me casé. El matrimonio me resultó más difícil de lo que imaginaba. Y para escapar de mis problemas, me refugié en la bebida. Mi carácter se volvió bastante difícil, y mi familia pagó las consecuencias. Le faltaba al respeto a mi esposo, y cualquier cosa que él o mis hijos hicieran me sacaba de quicio. De más está decir que nuestra vida familiar era un desastre.
CÓMO LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA: Editha, la hermana de mi esposo, es testigo de Jehová y nos recomendó que aceptáramos un estudio bíblico. Seguimos su consejo con la esperanza de que nuestra vida de familia mejorara.
Al estudiar la Biblia, aprendimos un sinnúmero de maravillosas verdades. Las palabras de Revelación, o Apocalipsis, 21:4 me llegaron al corazón. Refiriéndose a quienes en el futuro vivirán bajo el Reino celestial en el Paraíso terrestre, este versículo dice que Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor”. Enseguida quise contarme entre las personas que disfrutarán de esas bendiciones.
Me di cuenta de que tenía que cambiar mi actitud y estilo de vida. Pero, como uno no cambia de la noche a la mañana, me tomó algún tiempo dejar el alcohol. Además de aprender a ser amable y paciente con mis hijos, aprendí a respetar a mi esposo y a apoyarlo en su papel de cabeza de familia.
Cuando Benjamin y yo comenzamos a asistir a las reuniones de los Testigos, nos impresionó mucho lo que vimos. Ellos no apuestan ni se emborrachan. Tampoco discriminan a nadie, sino que tratan a todo el mundo con dignidad y respeto. Estábamos convencidos de que habíamos hallado la verdad (QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Nuestra vida familiar ha dado un giro de 180 grados. Benjamin y yo somos felices y disfrutamos de enseñar la Biblia al prójimo. Nuestros dos hijos y sus esposas han comenzado a estudiar la Biblia, y esperamos que algún día sirvan a Jehová junto a nosotros. En realidad, no hay mejor modo de vivir.
“Me sentía invencible” (MICHAEL BLUNSDEN)
AÑO DE NACIMIENTO: 1967
PAÍS: AUSTRALIA
OTROS DATOS: KARATECA
MI PASADO: Me crié en la hermosa y próspera ciudad de Albury (Nueva Gales del Sur). Aunque hay algo de delincuencia —como en la mayoría de las ciudades—, en términos generales es un lugar tranquilo.
Mis dos hermanas, mi hermano y yo recibimos una buena educación. Aunque mis padres se divorciaron cuando yo tenía siete años, siempre se encargaron de que no nos faltara nada. Asistí a las mejores escuelas privadas de la zona, y mi padre quería que fuera un hombre de negocios al terminar mis estudios. Sin embargo, lo que más me llamaba la atención eran los deportes. De hecho, era muy bueno en ciclismo y en karate. Terminé trabajando en un taller de reparación de autos a fin de tener más tiempo y concentrarme en los deportes que practicaba.
Estaba orgulloso de mi buena condición física. Tenía la fuerza suficiente para hacerle daño a cualquiera, y a veces me sentía invencible. Mi maestro de karate sabía que me costaba trabajo hacer buen uso de mi fuerza y por eso me inculcó valores éticos y una disciplina muy estricta. Constantemente me recalcaba la importancia de la lealtad y la obediencia.
CÓMO LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA: Cuando empecé a estudiar la Biblia, aprendí que Jehová odia la violencia (Salmo 11:5). Yo creía que el karate era un deporte seguro y que no era violento. Al contrario, me parecía que los valores que fomentaba eran muy similares a los que enseña la Biblia. La pareja de Testigos que me impartía las clases bíblicas era muy paciente. Nunca me dijeron que dejara las artes marciales. Simplemente se concentraron en enseñarme la verdad.
Mateo 26:52, él mismo dijo: “Todos los que toman la espada perecerán por la espada”. Estas palabras tuvieron un profundo efecto en mí.
A medida que aprendía más de las Escrituras y se fortalecía mi amistad con Jehová, fui viendo las cosas de otro modo. El ejemplo de Jesús, el Hijo de Dios, me impresionó. A pesar de ser muy poderoso, nunca recurrió a la violencia. SegúnCuanto más aprendía de Jehová, más lo amaba y respetaba. La idea de que nuestro Creador, quien es tan sabio y poderoso, se preocupa por mí caló hondo en mi corazón. A veces le fallaba o me daban ganas de tirar la toalla, pues todo se me hacía muy difícil. Pero me conmovió saber que, siempre y cuando siguiera esforzándome, Jehová nunca me daría la espalda. La siguiente promesa divina me dio consuelo: “Yo, Jehová tu Dios, tengo agarrada tu diestra, Aquel que te dice: ‘No tengas miedo. Yo mismo ciertamente te ayudaré’” (Isaías 41:13). Consciente de que yo había sido objeto de ese amor, no estaba dispuesto a rechazarlo.
Sabía que dejar el karate sería la decisión más difícil de mi vida. Pero también sabía que si lo hacía, agradaría a Jehová, y estaba convencido de que valía la pena servirle. Supongo que lo que me impulsó a decidirme de una vez por todas fueron las palabras de Jesús registradas en Mateo 6:24: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos”. Me di cuenta de que no podía servir a Jehová y seguir practicando karate, pues tarde o temprano me inclinaría por el deporte. Tenía que tomar una decisión: el karate o Jehová.
No se me hizo fácil renunciar al karate. Tenía sentimientos encontrados. Por una parte, estaba contento porque mi decisión iba a agradar a Jehová. Pero por otra, sentía que estaba traicionando a mi maestro de karate. En el mundo de las artes marciales, la traición suele verse como un pecado imperdonable. Algunos prefieren suicidarse a tener que afrontar dicha vergüenza.
Temía explicarle mi decisión al maestro. Por eso, simplemente desaparecí y no volví a hablar con él ni con ninguno de mis compañeros. No tenía duda de que estaba tomando la mejor decisión. Con todo, me sentía culpable por haber desaprovechado la oportunidad de hablarles de mis nuevas creencias. Era como si hubiera defraudado a Jehová aun antes de empezar a servirle. Eso me angustiaba muchísimo. Cada vez que me ponía a orar, terminaba hecho un mar de lágrimas.
Jehová tuvo que haber visto algo bueno en mí, pues hizo que los hermanos de la congregación acudieran en mi auxilio. ¡Cuánto agradecí el amor, la amistad y el apoyo que me brindaron! También hallé consuelo en el relato bíblico de David y Bat-seba. Aunque David cometió graves pecados, Jehová lo perdonó cuando se arrepintió de corazón. Meditar en esta historia me ayudó a tener un punto de vista equilibrado de mis errores.
QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Antes de estudiar la Biblia, no me preocupaba por nadie; mi vida giraba en torno a mí mismo. Pero con la ayuda de Jehová y de mi amada esposa, con quien llevo casado siete años, he cultivado la empatía. Hemos tenido el placer de enseñar la Biblia a muchas personas, algunas de las cuales han sufrido fuertes golpes en la vida. La satisfacción que pudo haberme dado triunfar en el mundo del karate no tiene ni punto de comparación con la alegría que siento al ver cómo el amor de Jehová transforma a las personas.
[Comentario de la página 14]
“La idea de que nuestro Creador, quien es tan sabio y poderoso, se preocupa por mí caló hondo en mi corazón”
[Ilustración y recuadro de la página 15]
“¡Gracias por estos magníficos artículos!”
¿Le gustaron las experiencias que acaba de leer? Estas son solo dos de las más de cincuenta historias que se han publicado en la revista La Atalaya desde agosto de 2008. La serie “La Biblia les cambió la vida” se ha convertido en una de las preferidas de nuestros lectores. ¿Por qué les gusta tanto?
Las personas que han narrado estos relatos tienen diversos antecedentes. Antes de conocer a Jehová Dios, algunas de ellas habían cosechado grandes logros, pero su vida carecía de propósito. Otras tenían un temperamento violento, eran esclavas del alcohol o las drogas o luchaban con graves problemas. Y unas cuantas se criaron como testigos de Jehová, pero perdieron el rumbo por un tiempo. Todas estas experiencias demuestran que no es imposible hacer cambios en la vida para complacer a Dios y que hacerlos siempre reporta beneficios. ¿Qué efecto han tenido estos relatos en nuestros lectores?
Una mujer explica cómo el artículo que apareció en el número del 1 de febrero de 2009 ayudó a unas reclusas de cierta prisión.
▪ “Muchas de las reclusas pueden identificarse con las personas cuyas historias aparecen en el artículo, pues tienen antecedentes similares. Las fotografías de antes y después y los datos del pasado de cada persona llaman mucho la atención. Después de leer las historias, dos de las reclusas aceptaron un curso bíblico.” (C. W.)
Los relatos que aparecen en esta serie han dejado huella en algunos de nuestros lectores. Por ejemplo, en La Atalaya del 1 de abril de 2011 apareció la historia de Guadalupe Villarreal, un hombre que dejó la homosexualidad para servir a Jehová. Fíjese en lo que dicen dos de las muchas cartas que nuestros lectores nos enviaron.
▪ “La historia de Guadalupe me impresionó muchísimo. Es hermoso ver cómo el amor por Dios y por su Palabra puede transformar la vida de una persona.” (L. F.)
▪ “Antes trataba de hablar de mi fe con todas las personas, incluso con los homosexuales. Sin embargo, últimamente los pasaba por alto y hasta les rehuía. Este artículo era justo lo que necesitaba, pues me ha ayudado a ver a estas personas como las ve Jehová: como posibles siervos suyos.” (M. K.)
Otra historia que caló hondo en el corazón de nuestros lectores fue la de Victoria Tong, publicada en el número del 1 de agosto de 2011. Victoria tuvo una infancia desdichada y admite que se le hizo difícil creer que Jehová la amaba, incluso después de haberle servido por varios años. También explica qué fue lo que poco a poco la ayudó a aceptar el amor de Jehová. Observe lo que algunos de nuestros lectores comentaron sobre su historia.
▪ “El relato de Victoria me llegó al corazón. He pasado por muchas desgracias y, aunque tengo varios años de bautizada, constantemente lucho contra pensamientos negativos. Su historia ha avivado mi deseo de esforzarme por ver lo que Jehová ve en mí.” (M. M.)
▪ “De joven me hice adicto a la pornografía, pero logré dejarla. Lamentablemente, hace poco volví a caer en el hábito. Busqué la ayuda de los ancianos de mi congregación, y he podido dar pasos para superar mi problema. Ellos me han dicho que puedo contar con el amor y la misericordia de Dios. Aun así, a veces creo que no valgo nada, que es imposible que Dios me ame. Sin embargo, lo que dijo Victoria de veras me ayudó. Ahora entiendo que cuando pienso que Jehová nunca podrá perdonarme, en realidad estoy menospreciando el sacrificio que su Hijo hizo para que mis pecados fueran perdonados. Recorté este artículo para leerlo y meditar en él cada vez que me asalten pensamientos negativos. ¡Gracias por estos magníficos artículos!” (L. K.)