¿Puede tener más sentido la vida?
¿Puede tener más sentido la vida?
EL VALOR nominal y el valor real no siempre coinciden. El mayor billete de banco emitido en Estados Unidos era de 10.000 dólares, mientras que el papel en el que estaba impreso solo valía unos centavos.
¿Se ha preguntado alguna vez si pueden dar verdadero sentido a su vida unos papeles con poco valor intrínseco? Muchos piensan que sí. Millones de personas trabajan día y noche para ganar todo lo que les sea posible. A veces, van en pos del dinero a costa de la salud, los amigos y hasta la familia. ¿Para qué? ¿Puede traer satisfacción real y duradera el dinero, o lo que compremos con él?
Según los investigadores, cuanto más buscamos la satisfacción en las posesiones materiales, menos probabilidades hay de que la encontremos. El periodista Alfie Kohn ha llegado a la conclusión de que “la satisfacción sencillamente no se vende. [...] Quienes piensan que en la vida lo más importante son las riquezas suelen experimentar un grado insólito de inquietud y depresión, así como un menor nivel
general de bienestar” (International Herald Tribune).Puede que los investigadores comprendan que es necesario algo más que el dinero para tener una vida con propósito, pero muchas personas piensan lo contrario. No nos sorprende demasiado tal hecho, pues quienes habitan los países occidentales pueden verse bombardeados por hasta 3.000 anuncios publicitarios al día. Sea que se anuncie un automóvil o un dulce, la idea subyacente es: “Compre este producto y será más feliz”.
¿En qué resulta esta incesante propaganda de los valores materiales? En que con frecuencia se pasen por alto los espirituales. Según un reportaje de la revista Newsweek, el arzobispo de Colonia (Alemania) dijo hace poco que “en nuestra sociedad, Dios ya no es un tema del que hablar”.
Tal vez usted haya dedicado casi todas sus energías a ganarse la vida. Quizá le parezca que tiene poco tiempo para otros asuntos. No obstante, puede que de vez en cuando se dé cuenta de que en la vida debe haber algo más que correr sin parar en una cinta sin fin hasta que la salud o la edad nos obligan a detenernos.
¿Puede causarnos más satisfacción el prestar atención a los asuntos espirituales? ¿Qué dará más sentido a nuestra existencia?