¡Qué ojazos!
ALGUNOS piensan que son bonitos; otros, que son raros. Tienen pies alargados, pelaje suave y enormes ojos brillantes. Miden más o menos 12 centímetros (5 pulgadas) y pesan unos 115 gramos (4 onzas). ¿De qué estamos hablando? De unos animalitos llamados tarseros.
Veamos más de cerca a uno de ellos, al tarsero filipino. Sus ojos, sus orejas, sus manos, sus pies y su cola parecen demasiado grandes para su cuerpecito. Sin embargo, esconden un ingenioso diseño.
AUDICIÓN: Sus orejas, que son tan delgadas como una hoja de papel, se doblan y giran para captar hasta los sonidos más leves. Eso le permite protegerse de los gatos salvajes y otros depredadores, así como localizar a sus presas. Por la noche, mueve las orejas en dirección a los ruidos de grillos, termitas, escarabajos, pájaros, ranas... Luego gira la cabeza para poder apuntar con sus grandes ojos hacia su próxima cena.
AGARRE: Sus manos están especialmente diseñadas para sujetarse de ramas delgadas. En las yemas de los dedos tiene almohadillas con surcos que funcionan como el dibujo de un neumático: le dan agarre. Incluso mientras duerme, el tarsero necesita sujetarse bien. Para ello, además de sus manos, usa su larga cola, que también tiene surcos.
VISIÓN: El tarsero es el mamífero que tiene los ojos más grandes en proporción con el cuerpo. De hecho, son más grandes que su cerebro. Además, están fijos, mirando siempre hacia delante. ¿Es eso una desventaja? No, pues el tarsero tiene un cuello muy flexible que le permite girar completamente hacia atrás la cabeza.
AGILIDAD: Gracias a sus largas patas, el tarsero puede saltar hasta 6 metros (20 pies), una distancia casi 50 veces mayor que su tamaño. De noche, cuando caza, salta sobre sus presas con los dedos estirados y las atrapa con gran precisión.
Rara vez sobrevive en cautiverio, en parte debido a que siempre tiene hambre, solo come insectos vivos y no le gusta que lo toquen. Este singular animalito no deja de fascinar a los filipinos, pues es toda una caja de sorpresas.