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Fije límites claros

Fije límites claros

Sea firme y cumpla su palabra

“Criar hijos sola no es fácil, sobre todo cuando llegan a la adolescencia y sienten la presión del mundo para rebelarse.” (DULCE, DE SUDÁFRICA)

El desafío.

La Biblia predijo que en “los últimos días” los hijos serían “desobedientes a los padres” (2 Timoteo 3:1, 2).

Sugerencias.

Tome en cuenta que, como dice la educadora Maite Vallet, “el niño necesita orden para realizar su proyecto de vida. El orden en su horario y en su entorno le proporciona seguridad”. Barry G. Ginsberg, psicólogo infantil y familiar, explica que, “cuando existen límites claros, las relaciones mejoran y causan menos estrés”. Luego apunta: “Cuanto más claros sean los límites, cuanto mejor expresados estén, más armoniosa será la vida familiar”. ¿Qué puede usted hacer en este campo?

Sea firme y cumpla su palabra (Mateo 5:37). En Australia, un estudio reveló que cuando los padres son incapaces de decir no a sus hijos y ceden vez tras vez a sus demandas, estos suelen portarse mal. Bien dice la Biblia: “Un hijo [o hija] sin disciplina avergüenza a su madre” (Proverbios 29:15, Nueva Traducción Viviente).

Aunque tenga sentimientos de culpa por la situación en la que se encuentra, no sea permisivo. Yasmin reconoce: “En ocasiones, mi primera reacción es compadecer a mis dos hijos porque no tienen a su padre en casa”. Como veremos más adelante, Yasmin no dejó que sus sentimientos —perfectamente naturales⁠— le impidieran actuar con sensatez.

Sea constante. Una revista asegura: “Una clave para prevenir problemas emocionales y de conducta en los hijos es ser predecible y constante al aplicar la disciplina” (American Journal of Orthopsychiatry). “Mis hijos saben qué disciplina recibirán, pues he hablado con ellos del tema —dice Yasmin⁠—. Cuando se portan mal, trato de reaccionar siempre de la misma manera. Claro, he aprendido a escucharlos primero y luego explicarles con calma cómo afectó a la familia su conducta. Solo después de eso aplico la disciplina que acordamos en un principio.”

Sea razonable y nunca los discipline en un momento de ira. Es cierto que hay que ser firme, pero también hay que ser flexible cuando el caso lo merece. “La sabiduría de arriba”, es decir, la que Dios da, es razonable (Santiago 3:17). La persona razonable no se precipita ni se deja llevar por la cólera; tampoco aplica las reglas estrictamente y sin compasión. Primero piensa y quizás hasta ora a Dios sobre el asunto. Eso le permite tranquilizarse y actuar como corresponde según el caso.

Si usted es firme, constante y razonable, y da un buen ejemplo, podrá establecer límites que harán de su hogar un verdadero refugio para sus hijos.