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¿Cuándo desaparecerá el sida?

¿Cuándo desaparecerá el sida?

¿Cuándo desaparecerá el sida?

Los jóvenes se ven bombardeados desde muy pequeños por mensajes de índole sexual que fomentan la promiscuidad. El consumo de drogas por vía intravenosa, otro medio común de transmisión del VIH, también está muy extendido. Considerando la atmósfera de irresponsabilidad que reina hoy, es lógico preguntarse si el sida desaparecerá algún día.

LOS profesionales de la salud señalan acertadamente que algo esencial para combatir el sida es fomentar cambios en el comportamiento de la gente. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades publicaron un informe que decía: “Todas las generaciones de jóvenes necesitan información amplia y continua sobre cuestiones de salud, así como ayuda para desarrollar la habilidad de evitar durante toda su vida aquellos comportamientos que pudieran llevarlos a infectarse con el VIH. Tanto padres como educadores deberían participar en estos programas”.

Es obvio que los padres tienen que prevenir a sus hijos de los peligros antes de que los amigos u otras personas les pinten un cuadro distorsionado de la situación. Aunque no siempre es fácil hacerlo, puede salvarles la vida. Aconsejar a los hijos sobre el sexo y las drogas no tiene por qué robarles su inocencia. Al contrario, los protegerá de que la pierdan.

El papel de los padres es fundamental

En tiempos antiguos, en el pueblo de Dios se esperaba que los padres hablaran con sus hijos sobre las relaciones sexuales y la forma de proteger su salud. Cabe destacar que las leyes que se dieron a los israelitas incluían pautas morales así como prácticas que los protegían de las infecciones (Levítico 18:22, 23; 19:29; Deuteronomio 23:12, 13). ¿Cómo se tenían que enseñar estas leyes al pueblo? Jehová Dios dijo a los israelitas: “Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón”. En primer lugar, los padres tenían que entender los beneficios de obedecer esas leyes y las consecuencias de no hacerlo. Después, las instrucciones eran: “Tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6, 7).

Cierto diccionario define así el verbo inculcar: “Fijar en la mente una idea, un concepto, etc., a fuerza de repetirlo con ahínco”. Como es obvio, eso no se consigue de la noche a la mañana. Los padres que dedican tiempo a advertir a sus hijos de los peligros de las drogas y las relaciones sexuales ilícitas tienen más posibilidades de conseguir que sus hijos eviten aquellas prácticas que los pudieran llevar a contraer el VIH y otras enfermedades. *

Consuelo para los que viven con el VIH/sida

Las medidas preventivas pueden ser de poco consuelo para los millones de personas que ya han contraído el VIH/sida. Aparte de sufrir los efectos físicos de la enfermedad en sí, con frecuencia se les estigmatiza y rechaza debido a ella. ¿Por qué? Una creencia común, aunque errónea, es que el virus del sida se puede transmitir mediante el contacto casual. Si bien es comprensible que la gente tema contraer el VIH/sida, ya que es transmisible y mortal, hay quienes han permitido que su temor se convierta en un miedo irracional hacia las personas que lo padecen. Ha habido casos en los que se les ha negado tratamiento médico, se les ha expulsado de su iglesia y hasta han sido víctimas de ataques violentos.

Hay quienes sostienen que el sida es una maldición de Dios contra los malvados. Lo cierto es que muchos no habrían contraído la enfermedad si hubieran acatado las normas bíblicas sobre la moralidad sexual, las drogas y la sangre (Hechos 15:28, 29; 2 Corintios 7:1). Pero las Escrituras muestran que la enfermedad no es un castigo de Dios por un pecado específico. Al contrario, estas dicen: “Con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie” (Santiago 1:13; Juan 9:1-3). Quien sea seropositivo o tenga sida por no haber acatado las normas bíblicas pero haya cambiado su conducta puede tener la certeza de que Dios no lo ha abandonado.

La empatía y el amor de Dios para con los enfermos crónicos se hicieron evidentes cuando Jesús, su Hijo, vino a la Tierra. En cierta ocasión que se le acercó un leproso, Jesús “se enterneció, y extendió la mano y lo tocó”. A continuación, utilizando su poder para hacer milagros, sanó al leproso (Marcos 1:40-42). Jesús no menospreció a los que estaban enfermos. El amor que les manifestó fue un reflejo perfecto del amor que su Padre celestial siente por ellos (Lucas 10:22).

¡Pronto habrá una cura para el sida!

Las curaciones milagrosas de Jesús son prueba del amor de Dios, pero nos enseñan algo más. La Biblia nos muestra que Jesucristo es ahora un Rey celestial (Revelación [Apocalipsis] 11:15). Durante su ministerio terrestre, él demostró que tiene el poder y el deseo de curar cualquier enfermedad que aflija a la humanidad, y eso es precisamente lo que hará.

Las profecías bíblicas nos aseguran que pronto “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24). Pese a que el hombre no ha sido capaz de detener la propagación del sida ni de proporcionar un tratamiento eficaz para todos los que lo padecen, podemos tener la confianza de que será eliminado. El rey David dijo: “Bendice a Jehová, oh alma mía, y no olvides todos sus hechos, aquel que está perdonando todo tu error, que está sanando todas tus dolencias” (Salmo 103:2, 3).

¿Cuándo se harán realidad estas palabras? ¿Qué requisitos espera Dios que cumplan los que deseen disfrutar de tales bendiciones? Le invitamos a ponerse en contacto con los testigos de Jehová para aprender más detalles acerca de las maravillosas promesas de la Biblia.

[Nota]

^ párr. 7 El libro Aprendamos del Gran Maestro, editado por los testigos de Jehová, ha ayudado a muchos padres a instruir gradualmente a sus hijos sobre cuestiones de sexo y a inculcarles principios morales básicos.

[Comentario de la página 11]

Las profecías bíblicas nos aseguran que pronto “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”

[Ilustración de la página 10]

Aconsejar a los hijos sobre el sexo y las drogas los protegerá

[Ilustración de la página 10]

La capacidad y el deseo que Jesús tenía de sanar a los enfermos demostraron lo que hará en el futuro