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Conmovedoras jornadas de puertas abiertas

Conmovedoras jornadas de puertas abiertas

Conmovedoras jornadas de puertas abiertas

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN ALEMANIA

“¡GENIAL! Ha sido estupendo.” “Gracias por su hospitalidad y por las fabulosas exposiciones. Nos hemos sentido muy bien.” ¿Qué movió a muchos visitantes a hacer comentarios tan elogiosos? El fin de semana de puertas abiertas organizado por la sede alemana de los testigos de Jehová. Con motivo del centenario de la sucursal de Alemania, durante tres días (del viernes 24 al domingo 26 de mayo de 2002) estuvieron abiertas al público las instalaciones de Selters-Taunus para que los presentes recordaran la ocasión junto con los más de mil voluntarios que en ella trabajan.

Las congregaciones de los testigos de Jehová de las cercanías colaboraron con entusiasmo en la distribución de invitaciones. Dos semanas antes de la ocasión repartieron más de cien mil ejemplares a la gente o los dejaron en las casas. La campaña especial se reforzó con anuncios, artículos periodísticos extensos y espacios de radio. También se invitó a algunos proveedores y a diversas autoridades. Respondieron a la invitación más de siete mil personas, muchas de las cuales no eran Testigos.

Los visitantes recorrieron la imprenta, la encuadernación, el departamento de envíos, los talleres y la lavandería, así como algunas secciones de las oficinas administrativas. Había dos exposiciones sobre la firme postura de los testigos de Jehová alemanes durante los regímenes nazi y comunista, y una sobre la Biblia, que exhibía más de setecientos objetos y se centraba en el uso del nombre divino, Jehová. Aunque resulta imposible reproducir todos los comentarios elogiosos que se hicieron, incluimos una selección de observaciones.

“Aquí la gente es muy amigable. Todo está muy limpio y ordenado. La armonía es absoluta, tanto entre los residentes como en el entorno. Nos gustaría llevarnos un poquito de su amabilidad.”—Un matrimonio mayor.

“Gracias por la comida tan rica y por ser tan atentos. Lo disfrutamos de principio a fin, y nos encantaría regresar. Fueron supersimpáticos.”—Comentario que dejó en el libro de invitados un grupo de estudiantes de vidriería.

“Muchísimas gracias por recibirnos tan cordialmente en su sede. [...] El recorrido nos pareció muy interesante. Felicitaciones a los encargados de los departamentos de lavandería y limpieza en seco: nunca habíamos visto instalaciones más limpias y ordenadas.”—Mensaje electrónico del representante de una compañía de detergente y maquinaria para lavanderías.

Eva, una de las guías, comentó: “En todas las visitas que atendí, siempre había alguien que, al ver las habitaciones, decía: ‘Un minuto, que vamos a buscar las maletas. ¡Nos mudamos!’”.

Una señora que se desplazaba en una silla de ruedas motorizada estaba examinando un plano del recinto cuando se le acercó una voluntaria y le preguntó: “¿Puedo ayudarla en algo?”. “La verdad es que no”, respondió ella, y le contó que ya llevaba en la sucursal cinco horas y que no aguantaba más estar sentada. Normalmente tenía que guardar cama, y en ese momento se encontraba muy adolorida. No obstante, dio esta explicación: “Ocasiones de acostarme hay muchas, pero recorrido no hay más que uno. Todo es tan interesante que no quiero perderme ni un detalle”.

A Georg, que tendrá como cinco años, se le preguntó qué le había gustado más. Emocionado con las rotativas, contestó: “Los rollos. Entra papel, y salen periódicos. ¡Es genial!”.

Cierta Testigo recibió una grata sorpresa. Su esposo, que no comparte sus creencias y solo había asistido una vez a una reunión cristiana, aceptó acompañarla a visitar la sucursal el sábado. Al día siguiente, al volver del Salón del Reino, la hermana se encontró con su marido arreglado para salir, por lo que le preguntó: “¿Adónde vas?”. “Bueno —respondió él—, es que ayer no pude ver todo bien, así que tan pronto estés lista nos vamos para Selters. Quiero hacer el recorrido con más calma.”

En la exposición sobre la Biblia, una anciana muy bien vestida preguntó con timidez si podía usar el teléfono, ya que tenía que hacer una llamada urgente. Resulta que su cónyuge es un encuadernador especializado en restaurar libros antiguos. Los dos asisten periódicamente a un círculo de bibliófilos, entre cuyos miembros figura un pastor protestante cuya pasión es coleccionar Biblias. La señora quería hablar desesperadamente con aquel clérigo, pero como no lo encontró en casa, le dejó este mensaje en el contestador: “Haz todo lo posible por venir aquí hoy. Te garantizo que no has visto nada igual. No te lo puedes perder”.

Unos padres vinieron con su hija desde el cercano municipio de Limburg. Antes de haber recibido la invitación en su hogar, no habían oído hablar de los testigos de Jehová, de modo que decidieron ir a ver las amplias instalaciones de Selters. Los atendieron Marlon y Leila, voluntarios de la sucursal alemana, y les explicaron algunos detalles sobre los testigos de Jehová y la vida en la sucursal. Los tres quedaron tan impresionados que los padres solicitaron un curso bíblico en su hogar.

“Fue muy bonito, y me divertí mucho. Solo vi la imprenta, pero era preciosa. Ustedes son fantásticos y muy amigables, y eso me gusta”.—Comentario de Stefanie (12 años) registrado en el libro de invitados.

Una señora de un pueblo cercano hizo esta apreciación: “Hay algo que quiero decirles. Soy musulmana, pero tenía muchas ganas de ver cómo era esto por dentro. Da gusto tratar con ustedes. Consiguen que [los extranjeros] nos sintamos bien en Alemania. Salen a buscar a la gente, y eso es maravilloso. Mañana volveré con mi esposo”. En el libro de invitados escribió: “Todo es extraordinario. Me siento en el Paraíso”.

El conductor de uno de los minibuses que iban y venían del estacionamiento a las entradas oyó que un pasajero le decía a otro: “¡Qué simpáticos son! ¡Y pensar que no tenía ni idea de lo que producían aquí! Acabo de enterarme de lo que hacen. Mira cómo se comportan. Tiene que ser por la formación religiosa que reciben”.

Dos horas después de haber cerrado, un hombre deambulaba por el patio situado delante de las oficinas administrativas. Estaba muy pensativo y no dejaba de mover la cabeza y mirar al edificio. Luego se acercó a un voluntario de la sucursal y le dijo: “Se nota que todo se hizo por amor. No soy Testigo, pero les deseo la bendición de Jehová”.

Y una Testigo llamada Sandra escribió: “Con esta breve carta quiero expresarles mis más sinceras gracias. No escatimaron esfuerzos para lograr que todo fuera lo más agradable posible. [...] En suma, fue un anticipo del día en que todos los seres humanos vivamos en unidad. [...] Estas jornadas de puertas abiertas han glorificado, sin duda, a nuestro Dios Jehová”.

[Ilustración de la página 23]

Transporte para personas mayores, discapacitadas o simplemente cansadas

[Ilustración de la página 23]

Exposición sobre los métodos para predicar empleados en el pasado

[Ilustración de la página 23]

Bienvenidos a las jornadas de puertas abiertas

[Ilustración de la página 24]

Una voluntaria explica con sencillez la tecnología que se utiliza

[Ilustración de la página 24]

Exposición sobre la Biblia