Ir al contenido

Ir al índice

Palolo, “el caviar del Pacífico”

Palolo, “el caviar del Pacífico”

Palolo, “el caviar del Pacífico”

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN FIJI

¿LE GUSTAN los mariscos? Si así es, acompáñenos a una aldea de una de las islas más distantes del archipiélago tropical de Fiji, donde vamos a disfrutar de un exótico festín. Mientras oímos el suave oleaje golpeando las canoas provistas de batangas, observamos que cerca de la costa se ha cavado un lovo, una especie de horno subterráneo. Ya está encendido el fuego para calentar unas piedras especialmente seleccionadas sobre las que se cocinará el plato principal.

Pero ¿quién va a traer dicho plato? Nadie. Esperaremos a que él venga a nosotros. Si le está empezando a parecer que este alimento es un poco extraño, tiene razón. ¿Cuál es el anhelado manjar? ¡Deliciosos gusanos marinos! Hay quienes llaman a estas serpenteantes criaturas de color pardo rojizo (en el caso del macho) y verde azulado (en el de la hembra) “el caviar del Pacífico”. En las islas Fiji, nuestra curiosa delicia gastronómica recibe el nombre de balolo. *

En una o dos ocasiones al año, cuando la luna entra en el último cuarto, los palolos suben en masa a la superficie del mar durante un máximo de tres noches para liberar sus productos sexuales. * No se sabe a ciencia cierta qué hace que aparezcan siempre en un momento tan preciso, pero los científicos creen que puede deberse a la elevación de la temperatura del agua, el efecto de las fases lunares y las mareas, o la duración de la luz diurna. Algunos de los métodos empleados para predecir su aparición son la observación de las condiciones atmosféricas y del mar, y la floración de ciertas plantas. Más recientemente, los biólogos marinos han realizado predicciones basándose en las fases lunares y el ciclo metónico. *

En la aldea, el sonido de las canciones con acompañamiento de ukeleles y guitarras queda interrumpido por un anuncio: los gusanos han empezado a subir. Sigamos a los hombres, mujeres y niños que se dirigen hacia el arrecife. Algunos llevan un isulu de vivos colores (pieza de tela con que se envuelven el cuerpo tanto hombres como mujeres) y un hermoso salusalu (fragante guirnalda de flores). Van muy elegantemente vestidos, teniendo en cuenta que están a punto de meterse en el agua.

Varios optan por participar en esta actividad desde una canoa, pero nosotros decidimos unirnos al grupo que se adentra en el océano a pie. Las cálidas aguas tropicales nos llegan enseguida a la cintura. De repente nos percatamos de que a todo nuestro alrededor emergen miles y miles de gusanos.

Llegado este momento, quedamos cautivados por lo que se ha denominado “una de las mayores curiosidades de la historia natural del Pacífico Sur”. Una vez en la superficie, los gusanos se atrapan con todo medio concebible: baldes, redes de mano, mosquiteras, cestas de hojas de cocotero e incluso con las manos. Un visitante observó cómo un fijiano introducía su tupida cabellera rizada en la masa de gusanos y luego la sacudía dentro de un bote para que cayeran en él todos los que se le habían enredado en el pelo. Algunos isleños impacientes prueban de inmediato su pesca, de modo que se les ve masticando enérgicamente mientras siguen recogiendo palolos.

El asombroso fenómeno concluye con tanta rapidez como se inició, y nos quedamos sin espectáculo, al menos hasta el año próximo. Optamos por dejar pasar la oportunidad de comernos los gusanos crudos, pero sí vamos junto a nuestros amigos que están en tierra y probamos por primera vez “el caviar del Pacífico” una vez salido del horno. Los palolos, que son ricos en vitaminas y minerales, se pueden hervir, hornear o freír. Una vez cocinados, se conservan en buen estado por una semana o más tiempo. De todas formas, hemos de admitir que su sabor, parecido al del pescado, no satisface todos los paladares.

Ha llegado la hora de partir, de modo que agradecemos a nuestros anfitriones su calurosa hospitalidad isleña. Al reflexionar en la aparición de los gusanos palolos en la superficie marina, el momento tan predecible en que lo hacen y la interdependencia de todos los seres vivos del arrecife, nos llenamos de admiración por el Creador de tan diversos ciclos vitales (Revelación [Apocalipsis] 4:11).

Si planea visitar las islas Fiji, tal vez quiera degustar un plato de estos deliciosos gusanos poliquetos. Por otra parte, es posible que prefiera llevar su propia comida para la ocasión. Prescindiendo de lo que decida, puede estar seguro de que en cuanto llegue la temporada de los palolos, los isleños estarán esperando a que suba a la superficie del mar este fascinante “caviar del Pacífico”.

[Notas]

^ párr. 4 En español, como en otros idiomas, se utiliza el nombre samoano palolo.

^ párr. 5 En otros archipiélagos del sur y el oeste del Pacífico —como las islas Cook, Samoa, las islas Salomón, Tonga y Vanuatu— se produce un fenómeno similar. Además, se sabe de otros gusanos poliquetos que también acuden en grandes cantidades a la superficie marina en otras partes del mundo, como el archipiélago malayo, el golfo de México, el Caribe y Japón.

^ párr. 5 El ciclo metónico es un período de diecinueve años.

[Ilustración y recuadro de la página 11]

¿Son realmente gusanos lo que se comen?

Tal vez le sorprenda y le alivie saber que esta inusual pesca no es exactamente lo que parece. Veamos por qué.

La mitad posterior de los palolos sufre una metamorfosis drástica durante la cual se desarrollan rápidamente órganos reproductores repletos de células sexuales, o gametos. Dicha parte posterior modificada (llamada epítoca), que está provista de ojos y extremidades en forma de paleta, se separa del resto del gusano y asciende hacia la superficie del agua. Si no la atrapa ningún humano hambriento ni ningún depredador marino, la pared soluble de su cuerpo revienta, liberando óvulos o espermatozoides, lo que da lugar a un encuentro “casual” ingeniosamente concertado. La inmensa cantidad de gametos liberados garantiza que, pese a las bajas causadas por el hombre y distintas criaturas marinas, quedarán fecundados suficientes óvulos. Las larvas que logren sobrevivir nadarán libremente hasta que encuentren un pedazo de coral adecuado para asentarse e iniciar su ciclo vital.

Así pues, cuando comemos palolos, tan solo ingerimos la parte posterior de gusanos que siguen vivos en el arrecife.

[Reconocimientos de la página 10]

Arriba: Sekove Bigitibau; izquierda, centro y pág. 11: Paul Geraghty