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¿Es sensato invertir en el mercado de valores?

¿Es sensato invertir en el mercado de valores?

¿Es sensato invertir en el mercado de valores?

“Cada vez más personas juegan a la bolsa.” (Newsweek, 5 de julio de 1999.)

EL PATIO de operaciones de una bolsa de valores parece una caótica plaza de mercado. Se emplean señas misteriosas para el profano, en los teletipos electrónicos aparecen mensajes codificados que cambian a un ritmo frenético, y los agentes auxiliares compiten entre sí para hacerse oír entre el bullicio del recinto.

Sin embargo, muchas personas a las que antes desconcertaba el mercado de valores hoy invierten en acciones. ¿Por qué? En primer lugar, porque gracias a Internet, los inversionistas tienen acceso en unos instantes a las noticias económicas, a la asesoría de inversiones y a los agentes de cambio y bolsa. Paul Farrell, redactor jefe de Wall Street News, escribe: “Para [los inversionistas particulares], la inversión en el ciberespacio es la nueva frontera, la nueva fiebre del oro, la libertad de ser uno mismo; ofrece la oportunidad de lograr independencia económica trabajando en casa”.

Por otro lado, algunos asesores financieros están alarmados por el deseo de muchas personas de invertir en un mercado del que saben muy poco. Un intermediario de inversiones con más de treinta y ocho años de experiencia en el mercado de valores dijo a ¡Despertad!: “Cada vez más personas compran acciones en la bolsa con afán especulador, no para invertir. Puede que algunos lo llamen inversión, pero no saben nada de la sociedad [cuyas acciones] compran y venden”.

¿Qué factores deberíamos sopesar antes de invertir nuestro dinero? Dado que la compraventa de acciones conlleva cierto riesgo, ¿podría compararse a un juego de azar? En primer lugar, veamos cómo funciona el mercado de valores.

Comprar parte de una empresa

Las empresas necesitan capital, esto es, dinero invertido, para alcanzar sus objetivos. Cuando una sociedad prospera y precisa de una gran cantidad de fondos, su administración puede optar por ofrecer al público acciones, es decir, participaciones de su capital social. Una guía del mercado de valores lo ilustra del siguiente modo: “Las acciones son como los pedazos de un pastel. Cuando compramos acciones, adquirimos una parte de la empresa”.

En los mercados callejeros, los compradores y vendedores se encuentran y realizan intercambios comerciales. De modo similar, la bolsa de valores es el mercado de quienes compran y venden acciones. Antes de la aparición de las bolsas, las acciones se intercambiaban mediante intermediarios en los cafés y en las orillas de los caminos. Las operaciones que se realizaban bajo un plátano de sombra en el número 68 de Wall Street desembocaron en la formación de la Bolsa de Valores de Nueva York. * Actualmente hay mercados bursátiles en muchos países. A cualquier hora de cualquier día laborable hay en alguna parte del mundo un mercado de valores abierto.

Para negociar con acciones, el inversor por lo general abre una cuenta con un agente de cambio y bolsa y le da una orden de compra o venta. Hoy día, estas órdenes pueden hacerse por teléfono, mediante Internet o en persona. Entonces, el agente tiene que ejecutar la orden en nombre del inversionista. Si la contratación de acciones se realiza en un patio de operaciones tradicional, la oficina de valores y bolsa manda a uno de sus agentes auxiliares que compre o venda las acciones en nombre del inversor. En los últimos años, algunos mercados han adoptado un sistema de operaciones totalmente electrónico, en el que las transacciones pueden realizarse segundos después de transmitirse la orden al agente. En los teletipos electrónicos de cotizaciones aparecen entonces los datos actualizados de los precios y las contrataciones.

El valor de compra o venta de las acciones se fija mediante el sistema de subasta competitiva. En el precio influyen las noticias económicas, las ganancias de la sociedad y las perspectivas futuras de una empresa. Los inversores esperan comprar las acciones a un precio bajo y venderlas una vez que suba su valor para así obtener beneficios. Además, la empresa puede repartir entre sus accionistas parte de sus ganancias en la forma de dividendos. Algunas personas compran acciones como inversión a largo plazo, mientras que otras negocian con ellas regularmente, con la esperanza de beneficiarse de las subidas espectaculares de precios en poco tiempo.

Aunque la contratación de las acciones se ha hecho tradicionalmente por teléfono, cada vez es más popular comprarlas y venderlas por Internet. El rotativo The Financial Post informa de que, en Estados Unidos, la cantidad de operaciones efectuadas a través de la Red “aumentó de unas cien mil al día en 1996 a casi quinientas mil diarias a finales de junio [de 1999], lo que significa que en ese país casi el 16% de las operaciones se hacen por medios electrónicos”. En Suecia, el 20% de las operaciones realizadas en 1999 se hicieron por Internet.

Invertir con sensatez

La aparente facilidad de comprar y vender acciones por Internet y el acceso a información que antes estaba reservada a los agentes de bolsa y los operadores profesionales ha impulsado a muchos inversores particulares a dedicarse de tiempo completo a comprar y vender en un mismo día cierta cantidad de valores. Algunos han renunciado a carreras lucrativas con ese fin. ¿Por qué? “El atractivo es obvio —dice la revista Money—. Trabajar sin jefe, tener el control absoluto de la manera y el momento de negociar y la posibilidad, por lo menos aparente, de hacer mucho dinero.” Un hombre de 35 años que dejó su trabajo, en el que ganaba 200.000 dólares anuales, para comprar y vender acciones en su casa dijo: “¿De qué otro modo puedes ganarte la vida sin un inventario, sin empleados y sin pagar renta, solamente tecleando delante de una computadora?”.

Los expertos advierten que la compraventa de acciones no es tan sencilla como puede parecerle a un nuevo inversionista. Un psiquiatra especializado en las tensiones que ocasiona esta actividad observa: “Las operaciones bursátiles son aparentemente sencillas, pero yo siempre digo que son la manera más dura de ganar dinero fácil”. El torrente continuo de asesoramiento y noticias económicas tiene efectos secundarios. Paul Farrell, citado anteriormente, señala: “La avalancha incesante de información que reciben a gran velocidad los inversionistas —tanto particulares como institucionales— tiene un grave impacto psicológico: alteraciones nerviosas, frustraciones y estrés”.

El exceso de confianza también puede ser una trampa. La columnista de temas económicos Jane Bryant Quinn advierte sobre las actitudes peligrosas de los operadores: “Pensamos que si tenemos en nuestras manos el timón, o en este caso el ratón de la computadora, no puede pasar nada malo. Nos imaginamos que siempre podremos intervenir a tiempo”. Añade: “Como tenemos acceso a información que reciben los profesionales, empezamos a pensar que somos profesionales”. A pesar de las historias ampliamente divulgadas de inversores que se han hecho ricos de la noche a la mañana en el mercado de valores, la compraventa de acciones es siempre arriesgada. Ha habido inversionistas a quienes les ha ido muy bien, pero otros han sufrido importantes pérdidas.

Los asesores de inversiones instan a los posibles accionistas a que antes de escoger las participaciones de una sociedad, analicen su historial y sus perspectivas futuras, la demanda de sus productos, la competencia de parte de otros negocios y varios factores más. Estos datos se obtienen por lo general mediante las agencias de bolsa y otras instituciones financieras. Muchos inversionistas consultan a asesores financieros antes de comprar acciones. * Al analizar los antecedentes de una sociedad, el inversor se asegura, además, de que no se usará su dinero para apoyar empresas poco éticas (véase ¡Despertad! del 8 de junio de 1962, págs. 24-26).

¿Una lotería?

En vista de los riesgos que entraña el mercado de valores, ¿es la compra de acciones equiparable al juego de azar? Casi todas las inversiones financieras conllevan cierto riesgo. Algunas personas compran bienes inmuebles sin saber si el valor de la propiedad aumentará o disminuirá con el tiempo. Otros depositan el dinero en un banco con la confianza de que sus ahorros estén seguros. Aunque el mercado de valores es más complejo, dicho sencillamente, quien invierte en acciones de una compañía lo hace con la esperanza de que prospere y de que el valor de las acciones aumente.

Esa inversión es diferente del juego de azar, pues el accionista compra una parte de la compañía. Puede vender las acciones a otra persona o guardarlas con la esperanza de que valgan más en el futuro. No puede decirse lo mismo de quien se juega el dinero en un casino o en un juego de azar. Contando con poquísimas posibilidades de acertar, el jugador trata de predecir un resultado incierto y ganar lo que ha apostado el perdedor o los perdedores.

¿Cuánto debe arriesgar el inversor? Cada persona debe tomar su propia decisión. Por supuesto, no es prudente arriesgar más dinero en una inversión del que se está dispuesto a perder.

Una actitud equilibrada respecto al dinero

Con el deseo de cubrir sus necesidades presentes y futuras, algunas personas han decidido invertir en el mercado de valores. El motivo para tomar tal decisión es importante. Jane Bryant Quinn, a quien citamos antes, dijo: “Envidiar a quienes fueron afortunados y ganaron dinero puede sacar a la luz nuestros peores instintos como inversores”. Esas palabras parecen hacerse eco del consejo dado en una carta a un joven hace casi dos mil años: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores” (1 Timoteo 6:9, 10).

La manera de invertir el dinero es una decisión personal. Guiado por el buen juicio y satisfecho con tener cubiertas las necesidades de la vida, el inversor hace bien en mantener en su lugar los intereses económicos, sin descuidar sus obligaciones familiares y sus necesidades espirituales.

[Notas]

^ párr. 9 Actualmente, la expresión Wall Street suele utilizarse como sinónimo del mercado financiero de Estados Unidos.

^ párr. 17 No todos los consejos que se dan son buenos. Los inversores deben ser conscientes de que un asesor financiero o un agente de bolsa puede estar interesado solo en sus honorarios o en manipular al cliente para su provecho.